domingo, 28 de junio de 2015

ESCRITOR SIN PAPEL

Caminaba por la calle, nadie a la vista, las luces de las casas acompañaban mi andar. Dejé de preocuparme del presente, no me interesaba ni siquiera el frío del momento, era de esos instantes donde la mente vuela y el cuerpo sigue su mecánica. Transitaba como un autómata con la mirada fija al suelo para no caer,  mi imaginación dibujaba realidades que el tiempo vigente no puede contener.

El reloj de mi celular era el lazo que ataba mi fantasía con la realidad. Miraba la hora y las inútiles esperanzas surgían. Eran las ocho y treinta de la noche, yo esperaba una llamada que nunca llegaría pero mi ser pedía a gritos que llegue.  

Quería que ella me llame y diga que quiere verme, que diga que está camino a mi casa, que la espere.  Mi egoísmo ambicionaba que ella deje todo por esa noche. Cuando llegara la abrazaría, le diría que busquemos un lugar para poder hablar,  iríamos a una cafetería donde mi salario alcance para dos tazas de café y unas galletas. Una escena cursi y pretenciosa de película norte americana. Conversaríamos en medio del café, diría que me quiere y yo respondería con un intento de beso, ella me apartaría, diría que no es la respuesta que esperaba, yo me disculparía.  Saldríamos de la cafetería sin rumbo, dejando que la noche siga consumiéndose entre risas e historias personales, ella miraría mis labios, pero es cobarde y lo dejaría solo en una inspección. Un nuevo abrazo nacería, uno más cálido, el beso pretendido se lograría. Yo haría una invitación a mi casa y un “sí” sería lo que escuchará.

Pero nada de eso ocurrió, mi camino terminó, mi fantasía se detuvo, yo ya estaba en la puerta de mi casa. Entre caminar e imaginar, mi ruta concluyó. Toda esperanza se fue con el sonido de las llaves al abrir la puerta, estaría solo y la realidad me ayudo a comprenderlo. Tenía lista una pequeña historia. Los elementos narrativos estaban ahí, tenía los personajes, los escenarios, los diálogos y la trama, solo me faltaba el papel o una llamada.
Francisco Contreras

Quito- Ecuador