Otro día solo. Rondo por el jardín y me detengo ante ti. Me
acerco y veo en tu figura algo especial. Eres real como nada más en mi vida.
Te levantas delgada y firme sobre la tierra. El tiempo ha pasado, fresca flor. Eras
semilla entre mis manos de niño. Ahora
te rozo con la mirada, mirada de hombre viejo.
La tierra te dio su gracia para que seas lo que eres ahora.
¿Por qué veo tu danza y tus pétalos son como centelleos? Te distingo y te
siento, aunque lejana, sé que tu cuerpo entero lleva sol.
¿Cómo cortarte? Eres la razón de existir para esta mala yerba
que te rodea.
Sigues al sol, no te distraes con luces artificiales, sabes
que tu esencia está en lo alto.
En mis sueños te invito a salir de la tierra para cercarme en
tus hojas. Quisiera despedazar ese misterio de tu quietud ante mí. ¿Por qué no
giras para verme? ¿Por qué no tengo tanta luz para ti?
Cuando madures dejarás de seguir al astro y te asentarás
mirando al oriente. Entonces no me moveré de ahí. Yo seré tu oriente.
Francisco Contreras
Quito-Ecuador
2017