“¡El
desgraciado sigue suelto!”, dice mi jefe. “Pobres muchachas”, dice mi madre.
“¡La prensa nos come vivos!”, me dice el fiscal. “Estamos trabajando”, les digo
yo.
“Señor
investigador, ¿por qué le hicieron eso a mi hija”, me dice una madre. “El
asesino deja una envoltura de chocolate como firma”, dijo el fiscal. “¿Y mi
orgasmo?”, dice ella. “20 mujeres
desmembradas”, dice el diario. “Quiero el divorcio”, dice ella. “¡Estoy harto!”,
les digo yo.
“Ya
tengo su paquete de chocolates; usted parece adicto”, me dice el vendedor. “Sí,
adicto”, le digo yo.
Francisco Contreras
Quito - Ecuador
2018