martes, 3 de enero de 2017

¿Peluche?



Elefante de peluche, mi elefante de peluche. Solo llora el fracasado. Es un paquidermo con problemas, lamentable que no quiera el tratamiento. 

Llora y llora. ¿Qué hago? Tú lo dejaste  a mi cuidado, es hora que te lo lleves.

Pasa los fines de semana viendo películas vacías y fumando. ¿Eso es bueno para un elefante de peluche? No hay dicha en su rostro, ni cuando lo llevo a coitar con sensuales elefantitas de color rosa. 

Solo tristezas para un pobre peluche. ¿Recuerdas cuando me lo diste? Era dichoso, pensaba en tus visitas y caricias, ¡cómo lo besabas, hasta con lengua!

¿Por qué no te llevas al elefante? Sería feliz contigo. En mi casa vive de memorias detestables. “Buenos todos esos tiempos inconclusos”, dice él. 

Tú ya debes tener más peluches. En realidad, ¿qué sería un pobre y viejo elefante para ti? Nada exótico, ¿verdad?

Ahora el elefante, mi elefante de peluche, chilla. Abraza la almohada que le regalaste. De seguro, el tonto, te escribirá algo absurdo, te dirá que su almohada… está llorando. 

Francisco Contreras
Quito-Ecuador