Una botella de vino se alzaba en
un solitario brindis. El artículo estaba terminado y el ego crecía en el
espíritu científico de Áyzek. Este hombre tenía tanta refulgencia intelectual
que podía aspirar a los puestos más altos dentro de la academia de ciencia. Sin
embargo, el estudioso fue víctima del destierro de los sabios, destierro
causado por teorías que no complacían el canon del método acreditado.
Áyzek solo necesitaba de un artículo,
una tesis, que lo limpiara del estigma. Soñaba con volver a las entrevistas
especializadas, y a esos cocteles llenos de académicos sorprendidos por los
nuevos estudios.
El científico sonreía como
victoria ante las páginas que llenó con los argumentos biológicos del origen de
la vida y de la evolución de las especies.
El éxito estaba asegurado, pero
antes de guardar el escrito y enviarlo a la universidad por la mañana, Áyzek
decidió revisar su trabajo. Tomó un lápiz y comenzó a señalar levemente en su artículo,
añadiendo signos de puntuación y otras correcciones gramaticales. Pero el trazo
del lápiz se volvió violento cuando balbuceaba lo escrito en su estudio.
La gran ira del grafito marcaba
las hojas de papel. La mente de Áyzek confundió su objetivo y su paladar
despreció el dulzor del vino para abrazarse al vodka. Los rayones y las
anotaciones dejaban un rastro casi destructivo en las cuartillas.
Furioso, Áyzek discutía consigo
mismo, debatiendo sus planteamientos y afirmaciones. En su mente, él figuraba:
“Escribí que la evolución es un proceso lento
de transición, tal y como afirman mis colegas darwinistas, pero bien podría ser
resultado de saltos y no un transcurso de eslabones que nunca encontraremos. Detallo
que las mutaciones genéticas suceden al azar. Entonces, ¿por qué las mutaciones aumentaron al
final del cretácico? ¿Qué sucede para que aumenten las mutaciones? Mi mente
grita: radiación. Mi escrito dice: adaptación. Quizás la respuesta se encuentra
en el cosmos. Tal vez la radiación llegó del espacio y aceleró los procesos
evolutivos. ¿Podría considerarse que el gran cerebro de los humanos es
consecuencia de una exposición prolongada a la radiación? Ningún ritmo
evolutivo encaja en el caso de los humanos. Una mutación funesta, sí… eso es. Homínidos
de frágiles cuerpos, con enormes cabezas, con crías que nacen indefensas y que
a duras penas sus hembras pueden parir sin morir”.
Áyzek sintió repulsión, una
arcada por la efigie que pretendía intercambiar la legítima duda por halagos de
ociosos académicos. Dedujo que su rumbo estaba perdido.
Cansado, volvió a escribir. Durante
muchas noches, ese teclado no paró de sonar.
Áyzek nunca entregó su tesis.
Francisco Contreras
Quito - Ecuador
contreeltao@gmail.com