lunes, 20 de enero de 2020

La tesis de Áyzek


Una botella de vino se alzaba en un solitario brindis. El artículo estaba terminado y el ego crecía en el espíritu científico de Áyzek. Este hombre tenía tanta refulgencia intelectual que podía aspirar a los puestos más altos dentro de la academia de ciencia. Sin embargo, el estudioso fue víctima del destierro de los sabios, destierro causado por teorías que no complacían el canon del método acreditado.

Áyzek solo necesitaba de un artículo, una tesis, que lo limpiara del estigma. Soñaba con volver a las entrevistas especializadas, y a esos cocteles llenos de académicos sorprendidos por los nuevos estudios.

El científico sonreía como victoria ante las páginas que llenó con los argumentos biológicos del origen de la vida y de la evolución de las especies.

El éxito estaba asegurado, pero antes de guardar el escrito y enviarlo a la universidad por la mañana, Áyzek decidió revisar su trabajo. Tomó un lápiz y comenzó a señalar levemente en su artículo, añadiendo signos de puntuación y otras correcciones gramaticales. Pero el trazo del lápiz se volvió violento cuando balbuceaba lo escrito en su estudio.

La gran ira del grafito marcaba las hojas de papel. La mente de Áyzek confundió su objetivo y su paladar despreció el dulzor del vino para abrazarse al vodka. Los rayones y las anotaciones dejaban un rastro casi destructivo en las cuartillas.

Furioso, Áyzek discutía consigo mismo, debatiendo sus planteamientos y afirmaciones. En su mente, él figuraba:
 “Escribí que la evolución es un proceso lento de transición, tal y como afirman mis colegas darwinistas, pero bien podría ser resultado de saltos y no un transcurso de eslabones que nunca encontraremos. Detallo que las mutaciones genéticas suceden al azar.  Entonces, ¿por qué las mutaciones aumentaron al final del cretácico? ¿Qué sucede para que aumenten las mutaciones? Mi mente grita: radiación. Mi escrito dice: adaptación. Quizás la respuesta se encuentra en el cosmos. Tal vez la radiación llegó del espacio y aceleró los procesos evolutivos. ¿Podría considerarse que el gran cerebro de los humanos es consecuencia de una exposición prolongada a la radiación? Ningún ritmo evolutivo encaja en el caso de los humanos. Una mutación funesta, sí… eso es. Homínidos de frágiles cuerpos, con enormes cabezas, con crías que nacen indefensas y que a duras penas sus hembras pueden parir sin morir”.

Áyzek sintió repulsión, una arcada por la efigie que pretendía intercambiar la legítima duda por halagos de ociosos académicos. Dedujo que su rumbo estaba perdido.

Cansado, volvió a escribir. Durante muchas noches, ese teclado no paró de sonar.

Áyzek nunca entregó su tesis.


Francisco Contreras
Quito - Ecuador
contreeltao@gmail.com