La oscuridad se esparce lentamente, es una energía que se apodera del fluido
incoloro, es café instantáneo remoloneándose por el movimiento de la cuchara.
-¿Quiere azúcar?-pregunta la camarera.
-Me gusta amargo- responde el Sr. Fuentes y baja su sombrero para que no vean sus ojos.
La cafetería es donde
el Sr. Fuentes inhala los aires
nostálgicos de una vida mal vivida. Es el mismo lugar donde, hace años, perdió
su hálito de existir como los comunes. Por eso vive llenando su panza de líquidos
calientes para engañar al vacio que va más allá de sus tripas.
Pobre Sr. Fuentes, es un hombre rezagado al que sus
contemporáneos dejaron atrás. Pasa sus noches escribiendo en cada servilleta los oscuros
deseos que atraviesan el sombrero. Reconcomios comunes para los sufridores sin
alma, para los que se perdieron en la brisa de una falda y una sonrisa
mentirosa.
Una lágrima cae en el café, una onda expansiva de despedidas
que se callan con el meneo de la cuchara.
-¿Quiere otro café?-pregunta la camarera.
-Deme otro espíritu, bien cargado y sin azúcar.
Francisco Contreras
Quito- Ecuador
2017
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