viernes, 25 de agosto de 2017

Café salado



La oscuridad se esparce lentamente, es una energía que se apodera del fluido incoloro, es café instantáneo remoloneándose por  el movimiento de la cuchara. 

-¿Quiere azúcar?-pregunta la camarera.
-Me gusta amargo- responde el Sr. Fuentes y  baja su sombrero para que no vean sus ojos.

 La cafetería es donde el Sr. Fuentes  inhala los aires nostálgicos de una vida mal vivida. Es el mismo lugar donde, hace años, perdió su hálito de existir como los comunes. Por eso vive llenando su panza de líquidos calientes para engañar al vacio que va más allá de sus tripas.

Pobre Sr. Fuentes, es un hombre rezagado al que sus contemporáneos dejaron atrás. Pasa sus noches escribiendo en cada servilleta los oscuros deseos que atraviesan el sombrero. Reconcomios comunes para los sufridores sin alma, para los que se perdieron en la brisa de una falda y una sonrisa mentirosa. 

Una lágrima cae en el café, una onda expansiva de despedidas que se callan con el meneo de la cuchara. 

-¿Quiere otro café?-pregunta la camarera.
-Deme otro espíritu, bien cargado y sin azúcar.


Francisco Contreras
Quito- Ecuador
2017

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