martes, 21 de enero de 2014

El Reloj existencialista.

Había una vez un reloj colgado en la pared. El reloj conocía bien la rutina de la casa, sabía que sus dueños se despertaban a las siete en punto, almorzaban a las doce, cenaban a las ocho de la noche y se acostaban a las diez. Era un reloj feliz, todos lo miraban para saber la hora.

Una tarde ninguno de los habitantes de la casa llegó. El reloj no tenía a quien decir la hora, esperó mucho pero nadie llegó.


-Ya es muy tarde- dijo el reloj- Son más de las doce, ¿cómo sabrán que es hora de almorzar? ¿Acaso ya comieron? ¿Y la hora de la cena? ¿Y la hora de acostarse? No serán exactos en su tiempo. ¿Podría ser que encontraron otro reloj que les diga que es hora de almorzar? ¿Realmente su tiempo dependerá de mí? ¿Qué es el tiempo? Yo sirvo para medirlo pero en realidad no sé lo que es. No creo que el tiempo sea solo una medida. Si yo sé que ha pasado un segundo, ¿los demás también lo sabrán? ¿Mi pensamiento también se mide con minutero y segundero? ¿Cómo se miden los recuerdos? Mi dueño dice que siente el viaje de regreso a casa más corto que el viaje de ida, ¿podría ser que el tiempo depende del espectador, qué es solo una serie de sucesos registrados desde diferentes puntos? No entiendo para qué me construyeron si en realidad no cumplo otra tarea que la de una regla. Nadie ha escrito sobre los relojes que estamos colgados sobre la pared. Todos hablan de una magnitud física con la que medimos la duración o separación de acontecimientos, de "X"s y observadores, pero nadie habla de los relojes de pared.



Al día siguiente los habitantes de la casa aparecieron. Todos desayunaron a la hora de siempre. En el desayuno comentaban sobre las noticias del periódico. "Un científico dijo que el tiempo es relativo" señaló el dueño del reloj. Para la tarde, el reloj ya se había suicidado.


Francisco Contreras
Quito-Ecuador

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